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002: ¿Por qué la verdad? Y…

by en junio 13, 2011

Versión original.

Algunos de los comentarios en este blog han tocado la cuestión de por qué debemos de buscar la verdad. (Por suerte no muchos han preguntado qué es la verdad.) La forma de nuestra motivación para configurar nuestros pensamientos a la racionalidad, que determina si una configuración dada es «buena» o «mala», viene de cualquiera que sea la razón por la cual queríamos encontrar la verdad en primer lugar.

Está escrito: «La primera virtud es la curiosidad.» La curiosidad es una razón para buscar la verdad, y puede que no sea la única, pero tiene una pureza especial y admirable. Si tu motivo es la curiosidad, tu asignarás prioridad a las preguntas de acuerdo a como las preguntas, por si mismas, cosquillean tu sentido personal de la estética. Un reto más difícil, con una mayor probabilidad de fracaso, puede valer mas esfuerzo que uno simple, sólo porque es más divertido.

Algunas personas, sospecho yo, pueden objetar que la curiosidad es una emoción y por lo tanto «no racional». Yo etiqueto una emoción como «no racional» si se basa en creencias erróneas, o, mejor dicho, sobre una conducta epistémica irracional: «Si el hierro se acerca a tu cara, y tu crees que está caliente, y esta frió, el Camino se opone a tu miedo. Si el hierro se acerca a tu cara, y crees que está frió, y esta caliente, el Camino se opone tu calma.» A la inversa, pues, una emoción que es evocada por creencias correctas o pensamiento epistémicamente racional es una «emoción racional»; y esto tiene la ventaja de permitirnos considerar la tranquilidad como un estado emocional, en lugar de un defecto privilegiado. Cuando la gente piensa en la «emoción» y la «racionalidad» como opuestas, yo sospecho que realmente están pensando sobre el Sistema 1 y el Sistema 2 – rápidos juicios de percepción versus lentos juicios deliberados. Los juicios deliberados no son siempre verdad, y los juicios de percepción no son siempre falsos; así que es muy importante distinguir esa dicótoma de la «racionalidad». Ambos sistemas pueden servir el objetivo de la verdad, o derrotarlo, según cómo sean utilizados.

Además de pura curiosidad emocional, ¿que otros motivos hay para desear la verdad? Bueno, puede que desees lograr alguna meta específica en el mundo real, como construir un avión, y por lo tanto necesitas saber alguna verdad específica acerca de la aerodinámica. O más prosaicamente, deseas leche de chocolate, y por lo tanto quieres saber si la tienda de comestibles local tiene leche de chocolate, para que puedas elegir si ir caminando ahí o a algún otro lugar. Si esta es la razón por la que quieres la verdad, entonces la prioridad que asignes a tus preguntas reflejaran la utilidad esperada de su información – que tanto las posibles respuestas influirán tus decisiones, que tanto tus decisiones importan, y que tanto esperas encontrar una respuesta que cambie tu decisión de su defecto.

El buscar la verdad sólo por su valor instrumental puede parecer impuro – ¿no deberíamos desear de la verdad por sí misma? – pero tales investigaciones son extremadamente importantes porque crean un criterio externo de comprobación: si tu avión cae del cielo, o si se llegas a la tienda y no encuentras leche de chocolate, es un indicio de que hiciste algo mal. Obtienes información sobre cuales modos de pensamiento funcionan, y cuales no lo hacen. La curiosidad pura es una cosa maravillosa, pero puede no permanecer demasiado tiempo verificando sus respuestas, una vez que el misterio atractivo se ha ido. La curiosidad, como una emoción humana, ha existido desde mucho antes de que los antiguos Griegos. Pero lo que estableció la humanidad firmemente en el camino de la Ciencia fue el notar que ciertos modos de pensar descubrían creencias que nos permitían manipular al mundo. En cuanto a la curiosidad pura va, inventar cuentos de fogata sobre dioses y héroes satisfacía ese deseo igual de bien, y nadie se dio cuenta de que algo estaba mal con eso.

¿Hay motivos para la buscar la verdad además de la curiosidad y el pragmatismo? La tercera razón en la que puedo pensar es la moralidad: Tú crees que el buscar la verdad es noble e importante y que vale la pena. Aunque ese ideal también atribuye un valor intrínseco a la verdad, es un estado de mente muy diferente de la curiosidad. El estar curioso sobre lo que está detrás de la cortina no se siente igual que creer que tienes un deber moral de buscar allí. En el segundo estado mental, eres mucho más propenso a creer que alguien más debería mirar detrás de la cortina, también, o castigarlos si deliberadamente cierran los ojos. Por esta razón, también etiquetaría como «moralidad» la creencia que buscar la verdad es pragmáticamente importante para la sociedad, y por lo tanto corresponde como un deber de todos. Tus prioridades, bajo esta motivación, serán determinadas por tus ideales sobre que verdades son más importantes (no más útiles o más intrigantes); o tus ideales morales acerca de cuándo, bajo qué circunstancias, el deber de buscar la verdad es más fuerte.

Tiendo a sospechar de la moralidad como una motivación para la racionalidad, no porque rechace el ideal moral, pero sino porque invita ciertos tipos de problemas. Es demasiado fácil adquirir, como deberes morales aprendidos, modos de pensar que son terribles pasos en falso en la danza. Considera al Señor Spock de Star Trek, un arquetipo ingenuo de la racionalidad. El estado emocional de Spock siempre esta puesto en «calma», incluso cuando tremendamente inadecuado. A menudo da muchas cifras significativas para probabilidades que están completamente mal calibradas. (Por ejemplo: «Capitán, si usted dirige a la Enterprise directamente hacia ese agujero negro, nuestra probabilidad de sobrevivir es sólo 2.234%» Sin embargo, nueve de cada diez veces la Enterprise no se destruida. ¿Qué clase de tonto trágico da cuatro cifras significativas para una figura que está mal por dos órdenes de magnitud?) Sin embargo, esta imagen popular es como muchas personas conciben de el deber de ser «racional» – no debe entonces de extrañar que no lo abrasen de todo corazón. El hacer la racionalidad un deber moral es el darle todos los terribles grados de libertad de una arbitraria costumbre tribal. La gente llega a la respuesta equivocada, y luego protestan con indignación que actuaron con propiedad, en lugar de aprender de su error.

Y sin embargo si vamos a mejorar nuestras racionales, ir más allá de los estándares de rendimiento establecidos por cazadores-recolectores, necesitaremos creencias intencionales sobre cómo pensar con propiedad. Cuando escribimos nuevos programas mentales para nosotros mismos, empiezan en el Sistema 2, el sistema intencional, y son sólo poco a poco – o nunca – entrenados en el circuito neural que subyace el Sistema 1. Así que si hay ciertos tipos de pensamiento que encontramos que queremos evitar – como, por ejemplo, los sesgos – terminara eso siendo representado, dentro del sistema 2, como un mandato de no pensar en esa manera; un deber declarado de evitar.

Si queremos la verdad, podemos obtenerla de forma más eficaz al pensar de ciertas maneras, en lugar de otras; y estas son las técnicas de la racionalidad. Algunas de las técnicas de racionalidad involucran la superación de una cierta clase de obstáculos, los sesgos…

(Continuado en la siguiente entrada: «¿Qué es un sesgo, una vez más?»)

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