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013: Los argumentos de políticas no deben parecer absolutos

by en julio 27, 2011

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Robin Hanson propuso recientemente que se crearan tiendas en donde se pudieran vender productos prohibidos por sanidad. Hay muchos excelentes argumentos que apoyan esa idea, como los derechos inherentes de libertad individual, los incentivos que tienen los burócratas para prohibirlo todo, y los prejuicios de los legisladores. Pero aun así, alguna pobre y honesta ama de casa sin educación, y madre de cinco hijos, terminará yendo a una de esas tiendas, comprará una «Bebida medicinal ácida sulfúrica del Dr. Mejunje» para tratar su artritis y morirá por ello, dejando a sus huérfanos llorando en las noticias de la televisión nacional.

Esa es solo una observación sobre las consecuencias. ¿Por que algunas personas piensan que eso es un argumento a favor de la regulación de las medicinas?

Cuando tratamos con preguntas sobre hechos simples (Como por ejemplo, si la vida en la Tierra surgió a través de la selección natural) hay expectativas legítimas de que los argumentos sean del tipo absoluto; los hechos apuntan hacia una dirección o a otra, y el llamado «Equilibrio de las pruebas» debería reflejar esta tendencia. Ciertamente, bajo la definición Bayesiana de prueba, las «Pruebas fuertes» son exactamente el tipo de evidencias que podemos esperar encontrar en algún lado de una discusión de ese tipo.

Pero no hay razón para que las acciones complejas que tengan muchas consecuencias distintas exhiban esta tendencia de pruebas absolutas. ¿Por que la gente parece querer que los debates sobre políticas tengan argumentos absolutos?

La política mata a la mente. Los argumentos son soldados. Una vez que sabes en que bando estas, debes apoyar todos los argumentos de ese bando y atacar todos los argumentos del bando opuesto; de lo contrario es como si apuñalaras a tus soldados por la espalda. Si sigues ese patrón de comportamiento, las cuestiones de políticas deberán parecerte también absolutas, y los costes y desventajas de tu política favorita son soldados enemigos, que deben ser atacados utilizando todos los medios necesarios.

También debemos ser conscientes de otro falso patrón relacionado con el anterior, al pensar que la Sabiduría Profunda es usar el término medio exacto entre los puntos de vista opuestos que tengan más aceptación global. Una política puede tener costes y beneficios legítimamente mejores que otra cuando se comparan. Si las cuestiones sobre políticas fueran perfectamente equilibradas, seríamos incapaces de tomar decisiones al respecto. Pero existe una tendencia humana a negar todos los costes de nuestra política favorita, o de negar todos los beneficios de una política que desaprobemos; y por tanto la gente tiende a pensar que las diferencias entre políticas son mucho mayores de lo que en realidad son.

Si se permiten tiendas que vendan productos prohibidos, una madre pobre, honesta, con cinco hijos y con poca educación va a comprar algo que la va a matar. Esta es una predicción basada en una consecuencia de los hechos, y es un hecho que parece bastante directo – una persona cuerda debería llegar a la conclusión de que ese hecho es verdadero, independientemente de si están a favor o en contra de la política. Además de ello, puedes pensar que si se prohíbe eso, los productos serán igualmente accesibles, aunque más caros y por otros medios, o que su libertad individual es mas importante que tu deseo de inmiscuirte en su vida. Pero el hecho seguirá estando ahí, ella seguirá siendo una víctima.

Vivimos en un universo injusto. Como todos los primates, los seres humanos tienden fuertes emociones negativas contra las injusticias que perciben; por lo que estas cosas nos estresan. Existen dos métodos populares para resolver esta disonancia cognitiva. Primero, se puede cambiar nuestro punto de vista de los hechos – negar que los eventos injustos existieran, o editar los hechos para que parezca que fue justo. En segundo lugar, uno puede cambiar su propia moralidad – negar que ese tipo de eventos son injustos.

Algunos libertarios pueden decir que si vas a una tienda de «productos prohibidos», colocando etiquetas de advertencia que digan «LOS OBJETOS DE ESTA TIENDA PUEDEN MATAR», y compras algo que termina matándote, entonces la culpa es tuya y mereces haber muerto. Si eso fuera una verdad moral, entonces no existirían desventajas por tener tiendas que vendieran productos prohibidos. No tendría solo un beneficio neto al restar los costes; serían beneficios absolutos sin coste alguno.

Otros pueden decir que se pueden entrenar a los reguladores para que siempre escojan de forma racional y en armonía con los intereses de los consumidores; y si esos hechos fueran ciertos, entonces (desde su propio punto de vista moral) la política no tendría desventajas.

Les guste o no, existe una lotería de nacimiento para repartir la inteligencia – aunque este es uno de los casos en los que la injusticia es tan extrema que mucha gente escoge negar los hechos. La evidencia experimental a favor de un componente puramente genético de 0.6-0.8 es abrumador, pero aunque este hecho fuera negado, nadie puede escoger como le educaron sus padres ni las escuelas a las que asistió.

Yo fui educado para creer que negar la realidad era un mal moral. Si me pusiera a hablar con optimismo de como las bebidas de ácido sulfúrico podrían beneficiarme, estaría haciendo algo contra lo que me advirtieron y me educaron que era algo inaceptable. Hay también gente que nació en entornos – no discutiremos sobre genética, puesto que esa parte es demasiado injusta – donde los médicos brujos locales les dicen que lo correcto tener fe en su tratamiento y lo equivocado es ser escéptico. Con buena voluntad, siguen su consejo y se mueren. Al contrario que a usted, no les educaron para creer que la gente es responsable de sus elecciones individuales al seguir el ejemplo de la sociedad. ¿Crees realmente que eres tan listo que si hubieras nacido en el año 500 después de cristo hubieras sido un verdadero científico escéptico? Si, hay una lotería en el nacimiento, creas lo que creas sobre los genes.

Decir «¡La gente que compra productos peligrosos se merece sufrir daño!» no es pensar severamente. Es una forma de rechazar vivir en un universo injusto. Un pensamiento realmente severo es decir «Si, morir por beber acido sulfúrico es algo horrible, y no, esa madre de cinco hijos no se lo merecía, pero vamos a seguir teniendo abiertas esas tiendas porque los beneficios superan a los costes.» ¿Puede imaginar a un político decir eso? Yo tampoco. Pero utilizando la capacidad que tienen los economistas para influenciar las políticas, sería de ayuda el que lo pensaran en privado – e incluso expresar sus opiniones en artículos publicados, adecuadamente disfrazados con ofuscaciones polisílabas para que los medios de comunicación no puedan citarlas.

No creo que el que alguien se muera por tomar una decisión estúpida sea causa de celebración. Pienso que es una tragedia. No creo que siempre haya que guiar a la gente hacia las decisiones correctas, y salvarles de las consecuencias que tendrían sus errores; pero mi límite moral está en la pena de muerte. Si estas muerto, no puedes aprender de tus errores.

Desafortunadamente el universo no esta de acuerdo conmigo. Ya veremos quien termina en pie cuando todo termine.

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